En esta vivienda, el problema grave aparecía en la planta de arriba, dónde están los dormitorios, ya que en verano las temperaturas pasaban de los 32º con lo que era muy incomodo dormir. Y en invierno, el techo se enfriaba, había que estar con la calefacción encendida la mayor parte del tiempo, no se alcanzaba nunca la temperatura de confort y, además, en cuanto se apagaba la calefacción la casa se enfriaba rápidamente.
El problema se ha resuelto aislando las paredes y techo de escayola de la primera planta. Carlos Urtasun, propietario de la vivienda, nos cuenta su experiencia:
«Los operarios fueron muy eficientes. Llegaron puntuales a las 08:30 y terminaron a las 17:30 del mismo día. Antes de insuflar la celulosa realizaban unas pequeñas catas para comprobar con un endoscopio si en los muros había cámara de aire. Para realizar los mismos aprovechaban puntos situados tras cuadros o espejos para que no se notasen mucho. Una vez colocado el aislante, tapaban el hueco con yeso. Para insuflar la celulosa sobre el techo, utilizaron las tomas de la luz de las lámparas, de forma que no hubo que taladrar nada. Además, una vez terminados los trabajos recogieron todo con pulcritud. El ahorro de la factura de gas que acabo de recibir indica que ha habido un consumo un 35% menor que en el mismo período del año pasado. Por otro lado sí que percibimos que las habitaciones están más caldeadas. Esperemos que esta tendencia se mantenga y que en verano notemos el efecto contrario y las temperaturas no suban tanto como hasta ahora.»
Se trata de un testimonio más de un cliente satisfecho. El aislamiento mediante insuflado de aislantes (celulosa y lana de roca) es la única solución efectiva sin obra, ideal para viviendas habitadas.